¿Y por qué no?
Suele haber 2 reacciones generalizadas cuando, en plena crisis, dices que lo dejas todo y te vas a viajar con una mochila al hombro durante un año. Una es “Con la que está cayendo y tú dejas un trabajo fijo! ¡Estás loco!” y la otra “¡Qué envidia! Me encantaría hacerlo, pero no puedo.”
A priori parece algo excepcional al alcance de gente afortunada, unos pocos “elegidos” con mucha suerte (o demencia). Pero no es así, lo único que hay que hacer es analizar nuestra situación en el presente (“¿Soy completamente feliz?” Si la respuesta es NO, ya hay medio camino hecho), soñar el futuro (¿“Qué es lo que me gustaría hacer realmente”? en nuestro caso “viajar”) y echarle valor, porque lo demás vendrá solo si el objetivo es firme. Y esto es aplicable a dar la vuelta al mundo o a cualquier cosa que nos propongamos.
En nuestro caso lo que nos empuja a cumplir este sueño es que, cuando nos planteamos si realmente nos sentíamos plenos con la vida que llevamos, nos dimos cuenta de la necesidad que teníamos de hacer una pausa, respirar hondo y vivir el mundo que está ahí fuera pero que queda oculto tras la rutina y que hasta ahora, sólo disfrutábamos en vacaciones. Somos conscientes de que tendremos que volver a la realidad algún día, pero esperamos que por lo menos, lo hagamos con otros ojos…
Afortunadamente (y esto aligera bastante los trámites) Erik y yo no tenemos hipoteca, ni coche, ni moto, así que la decisión de dejarlo todo ha sido relativamente fácil y, además, esto nos ha permitido ir ahorrando un dinero sin el cual, este proyecto concreto no sería posible debido a la duración. Pero ojo, no nos confundamos, se puede viajar por muy poco dinero si somos capaces de renunciar a ciertas comodidades (o trabajando por el camino), todo depende de lo fuerte que sea el deseo de hacerlo.
Qué ¿os animáis?
Comentarios recientes