Bolaven Plateau: cascadas y cafetales
Desde nuestro guesthouse de Savannakhet hasta la estación fuimos de nuevo caminando para no tener que pagar a los odiosos conductores de tuktuk. Tras media hora de caminata bajo el sol llegamos a la misma, donde nos subimos en el primer bus a Pakse (40.000kip). El bus estaba hasta los topes de gente y material (todo el pasillo iba lleno de sacos) pero nosotros conseguimos 2 asientos separados al fondo. Mucha otra gente que subió después no tuvo la misma suerte y tuvo que ir apretujada sentada en el suelo o de pie durante más de 4 horas.
Durante todo el camino no dejamos de ver arrozales y casas inundadas por las fuertes lluvias de los últimos días y camiones en la carretera desde los que se repartía agua y comida a los afectados. Una pena.
Poco antes de llegar a Pakse el bus paró en un cruce en medio de la nada, donde subió un conductor de tuktuk y directamente con toda su cara nos dijo a Irene y a mí (los únicos turistas) algo así como: ¨Tú y tú, a Pakse centro, tuk tuk, 10.000kip cada uno¨. Mientras sorteábamos dubitativos a la gente y todo lo que había en el pasillo para llegar hasta la puerta del bus y bajar, pensé que era muy raro que nadie más se bajara. Preguntamos al conductor si efectivamente eso era Pakse y el muy asqueroso nos dijo que sí. Milagrosamente una simpática señora nos dijo que no nos bajáramos, que faltaban 10 minutos para llegar al centro de Pakse. ¡Menos mal que queda gente amable en el mundo! Apuntito estuvimos de bajarnos y pagarle al tuktuk como tontos.
Efectivamente 10 minutos después ya estábamos en el centro de la ciudad y nos bajamos del bus en una horrorosa calle embarrada llena de obras y tráfico que resultó ser la famosa calle 13, donde quedan la mayoría de alojamientos y restaurantes. Nos pusimos a caminar unos 15 minutos (la calle 13 es muy larga) para buscar un alojamiento donde pasar las siguientes noches. El más barato que encontramos costó 60.000kip y estaba bastante bien excepto por las heces de ratón que aparecieron encima de la cama una noche cuando volvimos de cenar. Por suerte al ratón nunca lo vimos…
Esa misma noche, el diluvio universal cayó sobre la ciudad y por la mañana, todavía lloviendo, el agua casi llegaba a nuestra habitación (era en la planta calle). A continuación dejamos un pequeño vídeo donde se puede apreciar.
La ciudad de Pakse no tiene gran cosa que ofrecer al turista, pero sirve de base para organizar un bonito tour de 2 ó 3 días en moto por la zona llamada Bolaven Plateau, una zona de cafetales, más fresca y verde, que cuenta con numerosas cascadas en las que ir haciendo paradas para refrescarse y algún que otro amable pueblo tribal. Nosotros alquilamos una moto de cambios (50.000 kip diarios) ya que las automáticas costaban el doble, no sabemos por qué. Como yo nunca había cogido una moto de cambios en mi vida, el chico de la tienda tuvo que explicarme cómo funcionaba en 2 minutos. ¡Todo un reto! Tras mis primeros nervios y dudas al respecto le cogí el truquillo y partimos.
El primer día en moto recorrimos unos 90 kilómetros hasta la aldea de Tad Lo. Por el camino paramos a visitar varias cascadas. La primera, Pha Suam, no era muy espectacular quizá debido a la cantidad de agua que bajaba, pero en la misma zona hay una pequeña aldea de la tribu Katu que bien merece una visita.
La segunda cascada era la Tad Suong, la más alta de las 3 que hay en la zona de Tad Lo. Desde la parte superior las vistas son espectaculares.
La tercera cascada del día era la Tad Hang, muy cerca de la tranquila aldea donde pasaríamos la noche. Varios carteles avisan del peligro de bañarse en sus aguas pero que parece no afectar a los niños de la zona que se bañaban alegremente.
(En temporada seca es posible bañarse en todas estas cascadas, pero al ser temporada de lluvias baja muchísima agua haciendo imposible meterse).
Ya alojados (como a las 5 de la tarde) nos dirigimos al primer sitio que nos hiciera de comer ya que no habíamos probado bocado en todo el día. Un cartel decía ¨Big food, small kip¨, así que entramos. Una agradable señora nos sirvió la COMIDA. Salimos rodando de allí… y volvimos para la cena, un pancake del tamaño de una pizza familiar con 6 plátanos y caramelo líquido.
Allí conocimos a Jordi, un catalán (obvio) que lleva viajando por Asia casi 6 meses (recorrió toda Vietnam en bicicleta) y con el que tuvimos el placer de conversar durante un buen rato sobre viajes e impregnarnos aún más de este espíritu viajero.
A la mañana siguiente tras un buen desayuno en el guesthouse, cogimos la moto para seguir nuestro camino. Las siguientes horas las pasamos conduciendo entre cafetales, donde paramos para degustar el café local y visitar la última cascada de la excursión, la Tad Yuan, de la que salimos totalmente mojados del vapor (cámara incluida).
Ya de vuelta en Pakse, tras otros aproximadamente 90 kilómetros de conducción, devolvimos la moto y fuimos a alojarnos al mismo guesthouse. La mañana siguiente el querido ratón nos había dejado un nuevo “regalo” pero esta vez amablemente lo hizo en la taza del wáter. ¡Qué gracioso el bicho!
Siguiente parada: Champasak, el hermano menor de Ankor Wat.
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Las mujeres, auténticas.
Pero lo que más, lo que más me ha gustado… las cortinillas del autobús, jajajaj
Jajajaaj pues esas cortinillas son lo que distinguen los buses “VIP” de los demás… para que te hagas una idea.
Me encanta Laos…