
Típica foto del Taj Mahal pero sin agua :(
El tren a Agra salía a las 7:05 de la estación de Jaipur, así que era todavía de noche cuando dejamos nuestra habitación ¨deluxe¨ y nos despedíamos del amable conserje. Por suerte estábamos a 5 minutos de la estación y, a diferencia de la estación de Udaipur, los letreros luminosos que anuncian la salida de los trenes funcionaban perfectamente, así que enseguida nos plantamos en el andén número 2 a esperar, como siempre, junto a una multitud de gente que por cómo se acomoda (con cojines y mantas durmiendo en el suelo) y la cantidad de bultos que la rodea, parece llevar años esperando su tren.
El tren salió puntual, como de costumbre (hemos oído que los trenes indios se retrasan mucho, pero en los 8 trayectos que hemos recorrido hasta el momento la puntualidad ha sido casi británica. Quizá hemos tenido suerte). Una vez sentados en nuestros asientos nos llevamos la grata sorpresa de que nos servían el desayuno gratis y nos daban una botella de agua ¡menudo lujo! (es lo que tiene contratar con una agencia de dudosa fiabilidad, que no sabes dónde te va a tocar, jejeje)
Tres horas después estábamos ya en Agra, la estación queda lejos del centro (donde está el Taj Mahal) asi que cogimos un tuk-tuk por 50 rupias (0,60€) hasta el hotel que habíamos mirado por internet: el Sai Palace, un hotel con vistas al Taj Mahal desde la azotea (como casi todos en Agra) y a 2 minutos caminando del impresionante monumento.
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