Entre las montañas de Hsipaw
Llegamos a Hsipaw (pronunciado “sipó”) sobre las 4am y buscamos un sitio para alojarnos, el pueblo no es muy grande pero no había ni una sola luz encendida y el mapa de ¨Mapswithme¨ tampoco era muy detallado.
Encontramos por casualidad el Yee Shin Guesthouse y, como habíamos leído en el blog de unos amigos que era barato y de calidad decente, nos plantamos en la puerta. Había luz dentro y el cartel estaba encendido, pero la puerta de cristal estaba cerrada y no se veía movimiento así que, tras media hora esperando como dos cachorros abandonados, desistimos y fuimos en busca de la segunda opción, el hotel Mr. Charles.
La verdad es que nos sorprendió porque, a pesar de salir en la Lonely Planet, tiene habitaciones y precios para todos los bolsillos. Nos dieron la habitación en ese mismo momento sin cobrarnos de más y además, son expertos en trekkings, te aconsejan y guían con esmero y te prestan sin problema mapas para que vayas por tu cuenta (para las excursiones de un día).
Elegimos una habitación con ventilador ($14 con desayuno) pensando que, al ser una zona de montaña y viniendo de los frescos Kalaw y Nyaungshwe no necesitaríamos más, pero ¡menudo calor! Por la noche mejoraba un poco la cosa, pero a medio día no había quien estuviera en la habitación.
Aunque el principal atractivo de Hsipaw son los trekkings y excursiones por las colinas de alrededor, donde puedes visitar pueblos de las etnias Shan, Palaung y Lisu, el pueblo en sí también tiene su encanto, no por su belleza extraordinaria ni por su pagoda principal (que nos pareció “otra pagoda más”) sino por lo animado que es, su ajetreado y tempranero mercado y lo amable que es la gente que vive allí.
El primer día fuimos caminando hacia el norte de la ciudad, donde descubrimos uno de los dos conocidos monasterios de teka. Entre ir y volver caminando a Mr. Charles tardamos unas 2 horas, con un bonito parón para descansar en este destartalado templo que escondía en su interior un Buda de madera, y donde un grupo de aprendices de distintas edades se preparaban para ser monjes. Nos quedamos un buen rato embelesados con sus rezos, como si fueran cantos de sirena.
Justo enfrente de este templo se encuentra la zona conocida como Little Bagan. A Erik le impresionó lo extremadamente little que era, pero yo le vi mucho encanto, teniendo en cuenta lo que nos fascinan los templos realmente en ruinas (cada vez estamos más a favor de la conservación y menos de la reconstrucción, aunque ésta sea necesaria para hacerse una imagen en 3D de los sitios arqueológicos).
Dado el calor y los consejos de Andy (el alemán que conocimos en Kalaw) decidimos no hacer un trekking de varios días, pero sí que nos fuimos de excursión a una cascada que, aunque estaba seca (por esto no recomendamos viajar a Myanmar al final de la temporada seca), nos la recomendaron en el Mr.Charles porque el paisaje durante todo el camino valía la pena. La verdad es que no diríamos que los paisajes son espectaculares (casi al inicio de la excursión se pasa por dos cementerios y un vertedero), pero la zona sí que es bonita y nos pareció una excursión entretenida. La llegada a la cascada fue una decepción esperada por la sequía, pero por lo menos durante el camino encontramos varias pozas donde nos pudimos refrescar. La cascada está a 2 horas andando desde Mr. Charles.
Otra de las atracciones de Hsipaw es el mirador a la hora del atardecer, desde el M. Charles se tarda andando una hora en ir y otra en volver y, para no perder la costumbre, nos pilló nublado. La foto no salió como esperábamos, pero las vistas de la zona desde el mirador valen la pena.
También merece mucho la pena pasarse por la animada calle Namtu (de noche o de día), abarrotada de “bares” y “restaurantes” locales de deliciosa y baratísima (a la par que dudosamente higiénica) comida típica.
Después de tres días en Hsipaw, decidimos viajar hasta Pyin Oo Lwin, no porque esta ciudad ofrezca nada especial, sino por disfrutar del célebre viaje en tren de 6 horas (1200k=0.90€) que atraviesa el precioso paisaje del estado Shan, incluido el viaducto de 690 metros de Gokteik, construido en 1901 con 97 metros de altura.
Fue, sin duda, un viaje precioso, aunque de vértigo y con un buen susto durante el camino, pero esa anécdota (que recordaremos de por vida) os la contaremos en el siguiente capítulo: Pyin Oo Lwin. ¡Hasta la próxima!
Pingback: Viaje de vértigo hacia Pyin Oo Lwin | Viajando Ligero
Que gracia. Buscando cosillas por hacer en la zona me he encontrado vuestro blog y nosotros hicimos casi lo mismo. Llegamos a las 4 am, estuvimos buscando sitio (nosotros acabamos en el mercado hasta las 07 am para que nos abrieran e hicimos primer dia monasterios i little bagan y segundo cascadas. Gracias x la info. Está muy bien. Y nosotros a ver si tenemos tren a pin yoo lin sin accidentes